Hoy, que estaba conversando con mi madre las adecuaciones que le haremos a un anexo de mi casa, donde viviré con mi esposo, cayo sobre mi todo el peso de la realidad. Ya no seré hija de familia, ni podré andar por la vida con las escasas responsabilidades de ser únicamente estudiante y colaboradora en una empresa. Ahora (en algunos meses) seré yo quién sea responsable de otra persona, de su bienestar y de que se encuentre feliz. Ojo, el susto arriba referido no es inseguridad, es temor de, quizá, no ser lo suficiente buena para ello y decepcionar y mi familia (la nueva).
Tengo defectos, soy neurótica muchas veces, suelo no ser muy buena para darle rápida solucion a los problemas y por ahi otras "virtudes en vías de desarrollo", que podrían complicar un poco mi coexistencia conyugal.
A pesar de la dulce incógnita de lo incierto, de mis temores y de mis nuevos roles a los que me acostumbraré, este es un paso que quiero dar. Por amor, por convicción, por que quiero amanecer cada día con su mano agarrada de la mía. Me imagino arreglando nuestro cuarto, los colores que utilizaré, de que manera arreglaré sus cosas para que se sienta cómodo, que he de cocinarle y como lo haré. Imagino muchas cosas, miro mi anillo en la mano y la piel se me pone de gallina.... Es una mezcla de emoción y temor, como cuando subí al tagadá por primera vez...
y yo
prometeré
que te querré
y tú también prometerás
que me querrás
con tanto miedo
que cruzarás los dedos..."
"Por ti me casaré"
Eros Ramazzotti